El recientemente lanzado Volvo XC90 de segunda generación cuenta con un motor de cuatro cilindros de 2.0 Litros con turbocompresor capaz de desarrollar 320 CV. El prototipo toma la base de este propulsor aunque existe una gran diferencia de prestaciones entre u y otro. Actualmente ha sido denominado Drive-E y está equipado con dos turbocompresores paralelos que son alimentados por un turbocompresor accionado electrónicamente. Este último sistema se ha comenzado a utilizar en la Fórmula 1 recientemente.

El aire comprimido se utiliza para poner en cola los dos turbocompresores en paralelo en lugar de ser alimentado por los cilindros. En esta configuración, la gasolina se inyecta por una bomba de combustible dual que trabaja a una presión de 250 bares. Gracias a esta disposición, Volvo afirma ser capaz de eliminar por completo el retraso del turbo (turbo lag).
Desarrollado en colaboración con AVL, Denso y Polestar, el cuatro cilindros Drive-E 2.0 litros de 450 CV de potencia es, por el momento sólo un concepto para mostrar los beneficios de la reducción de consumo a la vez que se añade más potencia.
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